Carta de estaciones

Hace poco salí de una habitación sin vistas. El aire fresco de la calle me inundó las fosas nasales y sentí agitarse a su son los cabellos de detrás de mis orejas. Olí la primavera, el invierno y el otoño todos a la vez, con un calor sofocante propio del verano, casi palpable. Mis ojos se encogieron por la cálida acogida del sol. La frescura de los sueños más inocentes y amados me embargó. La sensación de libertad superó al propio saberse libre. La música que acompaña siempre al suave viento me empujaba a andar, a volar, a perderme en los verdes campos de costa a costa, sin más compañia que tu mano alhentadora. Fue en ese preciso instante cuando me di cuenta de que estoy enamorado. Y entonces caminé hacia ti sin rubor.