23 diciembre 2005

Cuando nada vale nada

Hace tiempo que vengo a este banco a pasar la noche. Aquí me cobijo e intento pasar las noches frías de la mejor forma que puedo. Durante el día suelo buscar cartones para arroparme y con el dinero que me da la gente al pasar me suele llegar para un bocadillo. Los simpáticos jóvenes de la tienda me invitan a una botella de agua y me dan algo de conversación.
También suelo charlar con el pescadero, el vendedor de lotería, las niñas de la panadería... En general la gente no me rechaza. Aunque la mayoría me mira de reojo vigilándome. Mi mal olor me precede y ponen caras de rechazo. Yo hace tiempo que me acostumbré a vivir así y no necesito otra cosa.
Siempre ha habido gente que me insulta, aunque a medida que pasa el tiempo me da más igual lo que digan. Ya no me duele.

Excepto si me golpean, me insultan y después me prenden fuego.