29 marzo 2007

La obligación de escribir


Sentarse frente a una hoja o pantalla en blanco con la obligación de escribir es una de las cosas más tristes y peligrosas que conozco.

Programas de televisión y emisiones radiofónicas, pancartas y folletos publicitarios, periódicos y revistas enteras llenas de mediocridad y poca imaginación sólo porque el que las hizo no tenía nada mejor (o peor) que hacer.

O peor, no sabía otra cosa que hacer.

Si no, que me expliquen a qué vienen las constantes salidas de tono del locutor de radio Jiménez Losantos, las barbaridades lingüísticas y el sensacionalismo de 20minutos en noticias en general, o de Marca, en noticias deportivas. Este último, manejando las compras y ventas de jugadores del Real Madrid con sólo sacar una portada con el mismo al que deseen vender/comprar. Y el 20minutos con los becarios que escriben titulares como si escribieran un sms (con todos mis respetos a los becarios en general, que conozco muchos).

Y los anuncios de televisión en el que aparece una señorita con una camiseta de un rosa chillón que espanta y el logo cutre de la empresa, que mancha a un tipo que se supone que pasaba casualmente por allí; todo para vendernos un detergente.
¡Pero si ese argumento era el mismo de los payasos de colores de los 90! ¡Llevan con el mismo anuncio una década!

Y las vidas aireadas en los programas llamados "rosas" de la televisión. Entre todos (presentadores, supuestos periodistas y famosetes) se despellejan y gritan de tal forma que a veces pienso que si les das una navaja o algo ya sería la hostia. Presentación, nudo y un desenlace en condiciones: con alguien en una caja de pino.

Bueno, no sigo que no quiero dar ideas. Porque lo más grave de todo sería que no vendría ningun censor de los que cortan anuncios publicitarios porque sale la teta de fulanita o se insinúa que a fulanita se le está agrediendo. Nadie se inmutaría.